Introducción
El concejo de Betoño se encuentra en la actualidad prácticamente integrado dentro del entramado urbano de Vitoria-Gasteiz, municipio al que pertenece. Aparece denominado como “Betoniu” en la Reja de San Millán (1025), lo que nos advierte de la antigüedad de esta próspera aldea. La documentación conservada demuestra que, en el siglo XVI, Betoño era una de las poblaciones del entorno vitoriano más ricas, lo que explica en buena medida las ampliaciones que se promovieron en la iglesia y la calidad de los talleres que trabajaron en ella. En el entorno de la aldea se construyeron dos ermitas y un hospital, aunque quizá la obra más relevante sea el convento de las Carmelitas Descalzas que se construyó a partir de 1904 en un refinado estilo neogótico. En la actualidad, el edificio principal del convento está ocupado por la Escuela de Arte y Superior de Diseño, mientras que el elegante cementerio que completaba el conjunto se ha transformado para acoger a la Fundación Sancho el Sabio.
Vídeo
Imágenes 360º
Las fotografías que hacia la década de los años sesenta realizó Gerardo López de Guereñu nos muestran el perfil de una iglesia en pleno uso y en perfecto estado de conservación. Debido a los gustos particulares del eminente fotógrafo y etnógrafo vitoriano, se centró en los restos románicos conservados y en algunos detalles de su sorprendente coro, dejando sin retratar el resto de elementos modernos.
El sotocoro renacentista
Una de las grandes obras artísticas de la iglesia de Betoño, que llama la atención en cuanto se atraviesa el umbral del templo, es sin lugar a duda el sotocoro renacentista. Se trata de una construcción de finales del siglo XVI ejecutada por el taller del maestro cántabro Juan Vélez de la Huerta, uno de los mejores artistas del momento. El arco está profusamente decorado con cabezas de ángeles y motivos de inspiración clásica, mientras que en las enjutas aparecen las alegorías de la Justicia y la Fe. El antepecho está formado por una sucesión de pilastras acanaladas unidas por unos espléndidos calados de caprichosas formas geométricas. Pero el verdadero prodigio arquitectónico lo forma la bóveda baída casetonada que se puede ver desde la parte inferior del conjunto, configurando unas formas concéntricas que se inspiran en los modelos de importantes tratadistas como Serlio. Entrado ya el siglo XVII se pintó todo el conjunto con multitud de santos y santas en cada uno de los huecos del entramado de nervios.
La iglesia de San Esteban
Exterior
Los grandes volúmenes que componen la iglesia de Betoño, sumados a la heterogeneidad de la mampostería, anuncian que estamos ante un edificio que ha sufrido importantes transformaciones con el paso del tiempo. De la primitiva iglesia prerrománica que debió tener la aldea de “Betoniu” no ha quedado vestigio alguno. Sin embargo, aún se mantienen en pie algunos restos de la iglesia que se levantó a finales del siglo XII en un estilo románico ya maduro.
La portada
Pero sin duda el resto románico más importante del edificio es su portada. Estamos ante una obra de cierta sencillez en su escultura, pero de muy buena ejecución. Se compone de tres arquivoltas y un bonito sobrearco decorado con hojas ovaladas dispuestas de forma vertical, motivo que se repite también en la imposta. La segunda de las arquivoltas está formada por un tallo entrelazado en cuyo interior pueden apreciarse unos abultamientos escamados.
Los capiteles son prácticamente simétricos en ambos lados, ahondando así en la elegancia que desprende esta portada. Tienen todos ellos decoraciones a base de conjuntos de hojas horizontales. El primero tiene unas hojas más cortas y culmina en su vértice en una suerte de piña o alcachofa y, los dos restantes, tienen unas hojas más alargadas y se cierran en una voluta con forma de flor de lis. Los motivos decorativos de la portada recuerdan el modelo de la portada Speciosa de Estíbaliz, en la que se inspiran.
El interior del templo
El retablo
Otra de las piezas que ahonda en la riqueza de esta iglesia es, desde luego, su retablo mayor. Levantado en el siglo XVIII, su arquitectura está dominada por las grandes columnas salomónicas llenas de hojas de parra y racimos de uva. En el banco del retablo vemos a san Juan y a san Lucas con sus respectivos evangelios, enmarcando el sagrario de gusto ya neoclásico.
Dentro del sagrario, cabe destacar la magnífica escultura de un Ecce Homo realizada por Mauricio Valdivielso, uno de los grandes escultores de finales del XVIII y principios del XIX.
En el segundo cuerpo, custodiando tanto el sagrario como la escena principal, dedicada a San Esteban, podemos apreciar dos buenas esculturas de san Pedro y san Pablo. Cierran este primer gran bloque los relieves horizontales de los dos evangelistas restantes, san mateo y san Marcos. El cuerpo superior se remata con la imagen de la Asunción rodeada de angelotes y ángeles de mayor tamaño, y los arcángeles san Miguel y san Gabriel.
LOCALIZACIÓN
Créditos fotográficos:
De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto
De las fotografías antiguas: Archivo del Territorio Histórico de Álava / Colección Federico Baraibar y Lorenzo Elorza.