Basílica de San Prudencio y San Andrés de Armentia

Introducción

A las afueras de Vitoria-Gasteiz se localiza la basílica de San Prudencio y San Andrés de Armentia, sede del culto a San Prudencio, patrón de Álava. Construida durante el siglo XII como colegiata, la presión de la vecina villa de Vitoria hizo que el lugar entrase en decadencia, llegando a tocar fondo en el siglo XVIII, fecha en la que ya había perdido su claustro y otras dependencias del complejo. En 1776, probablemente a causa de un derrumbe en la parte de los pies, se realizó una restauración del templo que modificó para siempre su aspecto. En esa época parte de los restos románicos se desperdigaron y otros fueron reubicados en el pórtico, completamente descontextualizados. A pesar de esta desafortunada intervención, hoy en día sigue siendo uno de los grandes templos románicos del País Vasco.

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El antiguo obispado alavés

Cuesta creer que en Armentia existiera en la Edad Media una catedral. De ese ilustre pasado no ha quedado nada en pie, pero los documentos revelan que fue una de las sedes del antiguo obispado de Álava. La primera noticia que tenemos de este obispado data del año 876 y sabemos que hacia finales de ese siglo la sede estaba en la antigua ciudad romana de Iruña-Veleia. Sin embargo, es durante el período del obispo Vela, ubicado entre los años 1055 y 1062, cuando se menciona Armentia como sede episcopal. Al menos desde entonces funcionó como catedral hasta 1087, momento en el que murió el último obispo alavés, Fortunio, y Álava quedó bajo la jurisdicción de la recién instituida diócesis de Calahorra. Curiosamente, la iglesia que podemos contemplar hoy en día se construyó durante el siglo XII, momento en el que Armentia había sido degradada a colegiata, por lo que no queda resto visible alguno de la primitiva sede del obispado alavés.

Fotografías antiguas

La iglesia románica que hoy en día podemos contemplar fue profundamente reformada en 1776. Desde entonces, pocos han sido los cambios experimentados, salvo algunas intervenciones durante el siglo XX. En las fotografías más antiguas comprobamos cómo aún no se habían retirado las bóvedas barrocas del crucero para dejar a la vista las esculturas del Tetramorfos que ahora se pueden contemplar, así como el antiguo retablo que ocultaba el interior del ábside. También vemos en su lugar original el sagrario gótico que en la actualidad está en el crucero norte, ocupando parte de una ventana absidial. Hacia el exterior, las fotografías dan testimonio del antiguo cementerio, ubicado en la zona del ábside y derruido durante el siglo XX.

 

La basílica de San Prudencio y San Andrés de Armentia

El ábside

La basílica de Armentia fue construida en diversas fases a lo largo de todo el siglo XII. La parte más antigua y la primera en edificarse se correspondería con el ábside semicircular, en el que encontramos tres interesantes ventanas con una desconcertante iconografía.

Los ventanales

En los capiteles exteriores de las ventanas absidiales contemplamos representaciones complejas, plagadas de personajes, algunos de ellos con cierto punto grotesco, que conviven con leones, caballos y grifos en escenas difíciles de interpretar. Destacamos los capiteles de la fertilidad, ubicados en la ventana norte. En el capitel de la izquierda aparece una mujer desnuda mostrando su trasero y genitales en la parte inferior, mientras que en la superior se puede ver el torso y el rostro. A su lado vemos unos genitales femeninos a los que se les ha añadido una cabeza y unos pies. Estos mismos genitales se van esquematizando a lo largo de toda la superficie restante. En el capitel de enfrente vemos un hombre agarrándose las barbas rodeado por dos mujeres, una en un estado avanzado de preñez y otra sujetándose el vientre. Todos los personajes llevan en sus manos ramas de plantas, símbolo de la fertilidad.

Los capiteles del interior tienen una iconografía más reconocible: cetreros, águilas, aves, leones, luchadores e incluso una posible representación de Daniel entre los leones quedaron ocultos durante siglos debido a un retablo, hoy en día retirado, cuya escena de Pentecostés se mantiene en la pared de la nave.
El pórtico

Las imágenes que hoy en día podemos encontrar descontextualizadas y repartidas por todo el pórtico se corresponden con un taller distinto al que actúa en la zona del ábside. Se puede establecer hacia finales del siglo XII debido a una inscripción que encontramos en el tímpano del cordero y que nos da la autoría de un tal “Rodericus Eps”, es decir, Rodrigo de Cascante, obispo de Calahorra, datado entre 1146 y 1190. El tímpano del cordero, que en su día tuvo que estar ubicado sobre una puerta hoy en día desaparecida, muestra en un círculo un Agnus Dei o cordero de Dios flanqueado por los profetas Isaías y San Juan Bautista. En la franja inferior encontramos dos ángeles que sostienen un crismón donde se representa la trinidad de forma simbólica. Bajo este tímpano descansa el sepulcro de un eclesiástico, tras unos barrotes de piedra.

No es el único tímpano que encontramos en el pórtico. Otro de mayores dimensiones nos revela la existencia de otra posible puerta de acceso a la iglesia en el que se ve a Cristo rodeado por once de los apóstoles. Su figura ocupa parte del firmamento, donde le acompañan dos ángeles y las figuras de Elías y Enoc, dos personajes del Antiguo Testamento que ascendieron a los cielos.
Al fondo del pórtico sobreviven dos relieves de gran tamaño en la pared. A la derecha vemos tres escenas yuxtapuestas. En primer lugar, intuimos a José de Arimatea y Nicodemo, muy deteriorados, sobre el cuerpo muerto de Cristo, reproduciendo el Santo Entierro. A su lado, contemplamos la escena de las tres Marías que acuden al sepulcro, encontrándoselo vacío salvo por un ángel que les dice que Cristo ha resucitado. En el ángulo superior izquierdo, a pesar del deterioro, se distinguen dos ángeles que están elevando el alma de Cristo a los cielos sobre una tela.
El otro relieve representa la Anastasis o descenso a los infiernos de Cristo para rescatar a los primeros pecadores. Adán y Eva quedan representados tras él y dejan atrás una serie de seres infernales y monstruosos, así como las puertas del infierno representadas por las fauces del Leviatán.
Existen también otro tipo de restos descontextualizados, como unos arcos con estatuas-columnas que nos revelan un pórtico románico, el sacrificio de Isaac formando parte de una columna, las piezas de arquivoltas y cornisas con las que se ha recompuesto la improvisada portada, un relieve de una Anunciación y otro de un caballero que recuerda al emperador romano Constantino.
Canecillos

Armentia presenta, indudablemente, la mejor colección de canecillos que se pueden encontrar en el románico alavés. Se sabe que fueron reubicados durante las restauraciones y que su orden actual no se corresponde con el original. En las imágenes de los canecillos predomina el imaginario fantástico, encontrándonos sirenas, grifos, harpías, seres híbridos, hombres cornudos que escupen hojas… Pero también hay personajes y animales de la vida cotidiana, como monjes, mujeres y hombres, un espinario o muchacho quitándose una espina del pie, búhos, leones, cabras o un personaje asomando del interior de edificio medieval.

El interior del templo

Desde el interior son apreciables las profundas intervenciones que tuvieron lugar en el siglo XVIII. Tanto los muros de la nave, realizados en mampostería, como sus bóvedas de arista se corresponden con la intervención de esta centuria. A partir del crucero, la piedra se estructura en sillares bien labrados, que se corresponden con la fábrica medieval. La bóveda del cimborrio fue reconstruida en el siglo XX. Allí son perceptibles los dos cruceros que conforman la planta de cruz latina y la cabecera con ábside semicircular y bóvedas de horno. En el brazo norte del crucero todavía se pueden ver varias puertas y accesos que revelan que en esa zona estuvo ubicado el antiguo coro y el acceso al claustro anexo, destruido definitivamente en la reforma de 1776.

Las columnas del coro

Del antiguo coro sólo quedan en pie los capiteles de las dos columnas que lo sostenían. Hoy en día se pueden contemplar a los pies de la iglesia. En ellos se representan bestias que, en uno de los casos, devoran crías de burro, mientras que unos rostros monstruosos ocupan el centro del capitel, uno de ellos devorando un ser humano del que sólo vemos las piernas.

Capiteles del interior

En el crucero encontramos un conjunto de excepcionales capiteles vegetales donde conviven también algunos con animales como grifos y águilas. El más llamativo, sin duda, es el que representa una compleja escena de batalla entre caballeros y centauros sobre un fondo de hojarasca y de vegetación exuberante.

El tetramorfos

La intervención del siglo XVIII dejó ocultas tras una falsa bóveda cuatro figuras esculpidas con gran calidad ubicadas en los ángulos del crucero. No fue hasta 1870 cuando el párroco alertó de su presencia en la parte superior de las bóvedas. Entre 1904 y 1908 se realizó la reforma del cimborrio dejándolas de nuevo a la vista. Estas esculturas representan los cuatro evangelistas o Tetramorfos con su forma animal. El toro representa a Lucas, el águila a Juan, el león a Marcos y el ángel se corresponde con Mateo. Sobre ellos vemos cuatro ángeles trompeteros anunciando el nuevo evangelio a los cuatro puntos cardinales y debajo, a modo de ménsulas, cuatro personajes masculinos.

La pila bautismal

La pila sorprende por su robustez y su simplicidad. Tiene la copa cuadrada, siendo uno de los pocos casos que encontramos en Álava con esta forma. La decoración está inspirada en herrajes en las esquinas y tiene forma de arquería tanto en el borde de la copa como en la basa. En la zona inferior podemos reconocer restos de una cornisa perteneciente a los talleres del pórtico en el que, además de roleos, identificamos aves, harpías y dragones.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz / Interior de Armentia, tomado de: Manuel Díaz de Arcaya, Armentia, su basílica y su obispado, 1901.

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