Introducción
La cercanía de Zambrana al río Ebro y, con ello, a la frontera con Burgos y La Rioja, motivó que, a lo largo de su historia, esta localidad recibiera influencias muy variadas de las zonas limítrofes. El Zambrana medieval surgió en un enclave del entorno conocido como “La torre”, en el que se ubicaba la primitiva iglesia románica de San Vicente. Sin embargo, el trazado del Camino Real, por el que transitaban comerciantes, viajeros y peregrinos, motivó que surgiera un segundo barrio a su vera que generó el abandono de la primitiva localidad. Así, la ermita de Santa Lucía fue ascendida a parroquia, mientras que San Vicente quedó en estado de abandono hasta desaparecer. En la actualidad, algunos de sus restos se pueden ver integrados dentro de la fábrica del templo parroquial.
El crismón de Zambrana
En una de las piezas que ha sobrevivido de la antigua iglesia románica de San Cristóbal encontramos un conocido símbolo medieval. El crismón de Zambrana representa la Trinidad a través de tres letras: la P de la parte superior alude a la figura del Padre, la S inferior al Espíritu Santo y Cristo queda representado por la X que atraviesa el círculo. De los brazos de esta cruz cuelgan las letras griegas alfa y omega, que se identifican con el principio y el fin de los tiempos. Este símbolo se basa en el emblema del emperador romano Constantino, el primero en adoptar el cristianismo. Desde del siglo XI, una importante reforma del culto patrocinada por el papado, los obispados y la orden benedictina denominada Reforma Gregoriana lo adoptó como enseña y símbolo principal. La resistencia a esta reforma en el territorio alavés explica por qué sólo encontramos cuatro crismones en todo el románico de esta zona, siendo el de Zambrana uno de estos raros ejemplares.
La iglesia de Zambrana no ha tenido grandes modificaciones desde que se diera por concluido el templo en el siglo XIX. Su extraña fisonomía compuesta a base de diferentes fases constructivas con alturas distintas se mantiene en la actualidad. Únicamente el traslado de algunas piezas románicas (como un tímpano, un dintel y varias dovelas) desde el interior de la torre hasta el pórtico para que se pudieran contemplar con facilidad ha supuesto alguna novedad en los últimos tiempos en un templo que no ha conocido restauraciones importantes durante el siglo XX.
Iglesia de Santa Lucía
Exterior
En la actualidad, la iglesia de Santa Lucía muestra una particular fisionomía que se debe a sus distintos momentos constructivos. El edificio original fue una ermita del siglo XVI que se decidió ampliar cuando obtuvo el estatus de parroquia en 1621. A partir de ese momento se proyectaron una serie de ampliaciones que, por motivos desconocidos, no pudieron llevarse a término de forma integral, siendo muy visibles en la actualidad todas las diferentes fases constructivas del templo.
La nave central todavía conserva los muros originales de la ermita de Santa Lucía, sobre los que fueron añadidos, a finales del siglo XVII, las bóvedas de arista, las dos capillas laterales que hoy albergan, respectivamente, los pasos de Semana Santa y la pila bautismal, y una cabecera nueva que sería reemplazada posteriormente por la actual. En esa misma reforma se emprendió la construcción de la torre, para lo que se emplearon los sillares y varias piezas esculpidas procedentes de la ermita románica, en esos años ya en desuso. Por ello, resulta llamativo comprobar cómo en los arcos de las campanas hay una decoración a base de bolas que probablemente formaran parte de la antigua cornisa de la iglesia de San Vicente.
Hacia finales del siglo XVIII, la iglesia vivió otro intento de ampliación. En ese momento se construyó el crucero, influido por la moda rococó, como se intuye por la decoración de la cúpula a base de motivos chinescos, rocallas y escenas decorativistas como iglesias, puentes y árboles. Las dos naves laterales del crucero acogen varias esculturas exentas y retablos. El más llamativo es el dedicado a las Ánimas del Purgatorio, en el que se ve un lienzo de grandes dimensiones en el que las almas condenadas se retuercen entre llamas mientras un san Francisco las sobrevuela ofreciéndoles la redención. En el ático de este mismo retablo encontramos una figura medieval de la Virgen con el Niño, imagen que posiblemente proceda de alguna antigua ermita hoy en día desaparecida.
En el presbiterio vemos el retablo mayor, de estilo churrigueresco y de menor tamaño que el muro donde se asienta. Esto nos indica que, casi con total seguridad, fue concebido para la cabecera del siglo anterior y que se trasladó a su nueva ubicación en el momento en el que se finalizó la obra de esta zona. Para cubrir todo el espacio restante, se contrató a mediados del siglo XIX la pintura mural que enmarca el retablo, consistente en un pabellón o cortinaje de grandes dimensiones que se abre debido a la acción de dos angelotes. Completando en altura el retablo esculpido vemos el añadido de uno pintado con criterios neoclásicos y coronado por un calvario con Cristo en la cruz.
El descubrimiento
En las últimas décadas se produjo un interesante descubrimiento en el interior de la torre. Varios relieves románicos de gran interés de la antigua iglesia de San Vicente se habían aprovechado como material constructivo. La profesora de arte medieval Felicitas Martínez de Salinas, autora del hallazgo, decidió sacarlos a la luz y ubicarlos en una zona visible del pórtico. A pesar de su deterioro, son piezas de gran calidad artística que se corresponden con la portada de la desaparecida iglesia. En el tímpano se aprecia una Maiestas Mariae o Virgen con el Niño dentro de una mandorla sostenida por dos ángeles y leones rampantes. Alrededor, las dovelas muestran un bestiario en el que encontramos aves, cuadrúpedos y sirenas. En el dintel, rodeando un crismón, continúa la temática animal con leones, aves que se picotean las alas y un basilisco.
Créditos fotográficos:
De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto
De las fotografías antiguas: Archivo del Territorio Histórico de Álava.