Introducción
La historia de Villanueva de la Oca, localidad del enclave de Treviño, está ligada, al menos desde el siglo XII, a la vecina villa de La Puebla de Arganzón. Tras la concesión del fuero a esta última en 1191 por Sancho VI el Sabio de Navarra, Villanueva de la Oca consta como una de sus cinco aldeas, compartiendo desde entonces un destino común. Así, cuando La Puebla fue dada en señorío a la familia de los Velasco, condestables de Castilla, también le fue entregada esta localidad. El impacto de las grandes familias nobiliarias de la villa también se hará notar en la iglesia de la aldea, siendo algunos de sus miembros importantes promotores de obras artísticas. Su ubicación en pleno Camino de Santiago a su paso por Álava ha hecho también que sea muy visitada por los peregrinos que terminan su etapa en La Puebla de Arganzón.
El programa contrarreformista de Villanueva de la Oca
Como demostraron los investigadores Pedro Luis Echeverría Goñi y José Javier Vélez Chaurri, la iconografía que vemos en los tres retablos de la iglesia de Villanueva de la Oca conforma un estudiado programa creado por su promotor: Manuel Agustín de Ondona. Este personaje, nacido en La Puebla de Arganzón y descendiente del importante linaje de los Gordejuela, llegó a ser párroco de Villanueva de la Oca. En 1734 encargó tres retablos con una serie de lienzos que regaló a la iglesia de esta localidad, eligiendo cuidadosamente el discurso. Los santos que aparecen representados remiten a su biografía y a sus devociones personales, especialmente centradas en santos populares de la Contrarreforma con los que podía sentirse vinculado. Al ser una obra procedente directamente del estamento eclesiástico podemos comprobar cómo hay un mensaje elaborado y propagandístico que trata de exponer los principales principios de la Contrarreforma.
Iglesia de San Pedro
Exterior
La iglesia parroquial de San Pedro es un edificio que ha sufrido diversas transformaciones a lo largo del tiempo. La mayor parte de elementos que contemplamos en la actualidad se deben a la reestructuración sufrida durante el siglo XVIII, que le dio el aspecto barroco que predomina en la actualidad. Para realizar esta importante reforma se emplearon los propios materiales de la iglesia románica anterior, por lo que podemos ver algunos elementos reaprovechados integrados en los muros. Quizá uno de los detalles más curiosos sea la reutilización en una esquina de la cabecera de una ventana prerrománica de dos vanos, que ha sido colocada en posición horizontal.
La espadaña
La espadaña fue levantada en 1783, tras la ruina de la anterior. En el interior de la iglesia, sobre el encajonado del suelo todavía se percibe una traza a tamaño real de este campanario realizada por los propios constructores. Posiblemente dibujaron su forma a modo de plantilla para colocar encima las piedras labradas y ajustarlas antes de elevarla sobre el muro norte de la iglesia. Bajo las campanas, en la cornisa, destacan dos misteriosas figuras de rostros monstruosos con un agujero en el medio, a modo de gárgolas. Es probable que se trate de piezas reaprovechadas de la primitiva iglesia románica.
La portada
Bajo el pórtico del XVIII encontramos uno de los restos medievales más interesantes del templo: la portada románica. En las arquivoltas vemos una decoración a base de flores o círculos horadados, vastas líneas en zigzag y estrellas de cuatro puntas, muy típicas del románico de esta zona. Los capiteles nos muestran vegetación esquemática, animales de cuatro patas cuya especie es difícil de precisar y un rostro que asoma entre la vegetación.
Esta portada conserva policromías de distintas épocas que se superponen entre sí. Los pigmentos azules y amarillos, junto con la cruz que hay sobre el arco de la puerta, parecen corresponderse con un repinte de la reforma barroca. Sin embargo, asoman por debajo los restos de la pintura medieval, consistente en un despiece en color rojo que se intuye en varias zonas de la portada. Otro detalle de interés son las cruces de consagración que adornan las jambas y una de las arquivoltas. Este tipo de cruces patadas obedecen a un ritual de consagración de iglesias medieval poco frecuente en Álava y Treviño, siendo este templo uno de los pocos ejemplos que se conservan en estos territorios.
Interior del templo
En el interior predomina el aspecto barroco gracias a las bóvedas de arista con lunetos típicas del siglo XVIII. Un buen conjunto de retablos del mismo período acapara todo el protagonismo. En el retablo mayor encontramos una excepcionalmente tallada figura de San Pedro con tiara papal, sentado en la cátedra con las llaves en la mano y pisando la cabeza de Simón el Mago. Alrededor se ubican tres lienzos pintados por el taller vitoriano de los Arroquia, en los que se representa a San Esteban, San Felipe Neri y San Agustín. El arquitecto de Estella Juan Ángel Nagusia fue el encargado de realizar el armazón, dorado por completo y que recuerda al estilo churrigueresco.
Créditos fotográficos:
De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto