Iglesia de San Esteban de Gauna

Introducción

La localidad de Gauna, en el corazón de la Llanada Alavesa oriental, conserva en su propio nombre la prestancia de los antiguos linajes que la habitaron. La familia Gauna, originalmente procedente de Sabando, adoptó la denominación de este enclave, donde tuvo una de sus principales torres defensivas. Posteriormente, cayó bajo el dominio de la familia Ayala y, mediante compra, en el siglo XVI pasó a formar parte del haber de Diego de Salvatierra. Gracias a que este personaje obtuvo el título de marqués, la localidad comenzó a formar parte del señorío de los marqueses de Gauna. De aquel esplendor motivado por los grandes nombres que lo habitaron todavía dan buena cuenta tanto la iglesia como el monumental palacio aledaño.

Imágenes 360º

El palacio de los Condes de Salvatierra

Justo frente a la iglesia encontramos una notable construcción civil que rivaliza en tamaño e importancia con el templo. Se trata de un palacio de la Edad Moderna, construido durante el siglo XVII, que perteneció al linaje que inició el marquesado de Salvatierra y que, con el tiempo, adquirirían el título de condes. Los muros de sillar de piedra labrada y ladrillo se conservan íntegros, junto con el entramado de madera que sobresale formando una cornisa decorada con motivos barrocos. Sobre la puerta de medio punto destaca un escudo heráldico compuesto por una cruz flordelisada y cinco torres defensivas. Este escudo está rodeado por elementos vegetales y dos sirenas con colas de pez que lo sostienen.

Antes de que este palacio fuese construido sabemos que existió una casa-torre en la localidad, probablemente en el mismo solar, perteneciente la familia Gauna. Esta torre fue derruida tras la Guerra de las Comunidades debido a su utilización por parte de Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, que empleó este baluarte en su lucha contra las tropas afines al emperador Carlos I.

Fotografías antiguas

En las fotografías antiguas de la iglesia no se aprecian grandes cambios, por lo que conserva un aspecto más o menos uniforme desde el siglo XVIII, cuando se realizaron los últimos cambios, hasta la actualidad. Sin embargo, el palacio de los Condes de Salvatierra sí que se ha beneficiado de una restauración integral en los últimos tiempos, en los que ha logrado recuperar, en gran medida, su pasado esplendor.

La iglesia

Exterior

La parte más antigua conservada de la actual fábrica es el ábside, realizado en estilo gótico. A pesar de las transformaciones y el recrecimiento de los muros, que tuvo lugar en 1766, todavía conserva algunos de los vanos originales, donde se exhibe decoración medieval. Destaca un ventanal geminado, con una columnilla decorada con flores de cuatro pétalos que sostiene dos arcos apuntados. A ambos lados de esta columna central, en los capiteles, emergen dos rostros masculinos con un peinado que refleja que se trata de dos nobles, lo cual evidencia la vinculación de este templo con las familias nobiliarias que ejercieron su influencia en el lugar desde tiempos inmemoriales. Enmarcando esta ventana doble, hoy en día cegada, se eleva un sobrearco con decoración vegetal, motivo que se vuelve a repetir en los restos de la ventana este.

Pórtico

Tras franquear un pórtico realizado en 1747 nos topamos con la portada de la iglesia, construida en un estilo tardogótico que alcanza el siglo XVI. El arco apuntado queda conformado por un haz de columnillas baquetonadas que se encuentran en la clave, mientras que un arco escarzano, mucho más plano, conecta las columnas más cercanas a la puerta. Se trata de un diseño que conjuga algunas de las características del gótico con las innovaciones que adelantan el renacimiento. En el tímpano que se forma entre los dos tipos de arcos encontramos una escena escupida, descontextualizada y posiblemente procedente de alguna pieza litúrgica hoy en día perdida, que representa un Calvario con Cristo Crucificado acompañado de la Virgen y San Juan. Merece la pena destacar la puerta de madera, que conserva unos magníficos herrajes del siglo XVI.

El interior

En el interior nos sorprende una iglesia de planta de salón cubierta por unas bóvedas de terceletes que nos trasladan hasta el siglo XV-XVI. En sus claves podemos encontrar un Agnus Dei (representación de Cristo como cordero) y un san Esteban (santo al que está dedicado el templo) rodeado por un tetramorfos, es decir, una representación de los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan. También destaca la bóveda de la sacristía, en la que se pueden percibir los restos de la pintura mural realizada a base de un despiece en grisalla que la cubrían.

Sosteniendo el entramado de nervios que cruzan las bóvedas encontramos una serie de capiteles y apoyos decorados con iconografía que podemos datar a partir del siglo XIII avanzado. Entre los motivos vegetales distinguimos también algunas testas de animales, personajes de cuyas bocas emergen ramas y hojas, y una serie de rostros con los brazos elevados que parecen sujetar la cornisa.
Pila bautismal

La pila bautismal conserva el pie de origen medieval compuesto por cuatro columnas que sostienen una copa lisa. Las columnillas quedan rematadas por cuatro capiteles con hojas carnosas entre las que asoman un par de rostros.

Capilla lateral

Junto al presbiterio destaca la impresionante capilla funeraria de Francisco de Iriarte, noble perteneciente a la prestigiosa orden de Calatrava a quien está dedicado este espacio concebido en el siglo XVII. La capilla tiene un fuerte regusto barroco clasicista, que se aprecia, sobre todo, en su sepulcro de pared culminado en un frontón partido y en la majestuosa bóveda circular sostenida sobre pechinas.

Su heráldica, junto con la referencia a la Cruz de Calatrava, preside la entrada a su capilla funeraria, donde encontramos su tumba identificada con su efigie, con el hábito de esta orden, en postura orante mirando hacia el retablo. Éste alberga en su nicho central una Virgen Purísima rodeada por dos pinturas dedicadas al santo obispo san Pedro de Osma atendiendo a un ciego y a san Prudencio pasando el Duero hacia la cueva de san Saturio. La presencia de este último santo obispo en este retablito del siglo XVII, algo infrecuente en el territorio alavés, puede deberse a que las Juntas Generales de la Provincia de Álava declararon patrón a san Prudencio en 1645.
El coro

El coro se edificó entre los años 1644 y 1651 por el taller de Juan de Pontón y consiste en un arco escarzano con una voluta de piedra como única decoración central. El frontal de la parte superior se cierra con una balaustrada de piedra y hierro en la que, a modo de curiosidad, pueden encontrarse infinidad de grafitis grabados que nos dejan un amplio muestrario de motivos populares. En esta zona destacan las ménsulas sobre las que se apoyan las bóvedas que cubren el coro, en las que pueden verse un sinuoso dragón y un ángel que porta una cartela donde puede leerse en caracteres góticos la frase “Ave Gratia Plena”.

Retablos

El retablo cubre la cabecera medieval completamente gracias a su forma ochavada, típica del estilo neoclásico. La cita al siglo XVIII en el que fue concebido viene dada por uno de los personajes que interviene en el martirio de san Esteban, que porta un peluquín típico de este período. Este relieve puede contemplarse en la base del retablo, a mano izquierda, mientras que a la derecha se muestra la escena de su enterramiento, presidido por tres obispos.

La figura central se corresponde con la del santo al que está dedicado el templo, flanqueado por san Ambrosio y san Julián. En el cascarón superior podemos contemplar el Calvario de Cristo en un medallón y, en los otros dos, relieves de san Pedro y san Pablo. En lo alto, sobresale Dios Padre rodeado de ángeles.
Los retablos laterales, son ligeramente anteriores, del siglo XVII, aunque su parte superior se añadió en estilo neoclásico. Están ocupados por la Virgen del Rosario (con san José en su parte superior) y por san Sebastián (acompañado del Santo Ángel de la Guarda en el ático).

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia / Patrimonio Abierto.
De las fotografías antiguas: Photo Araba.

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