Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Ordoñana

Introducción

Ordoñana se ubica en una zona estratégica de la Llanada Alavesa, a medio camino entre Zalduondo y Agurain/Salvatierra. Por tanto, su historia ha viajado en paralelo a las rutas comerciales y de peregrinación que han atravesado la provincia. Aparece mencionada en el documento de la Reja de San Millán (s. XI), por lo que nos encontramos ante una localidad de gran antigüedad. En el año 1332 pasará a formar parte de la villa de Salvatierra, a raíz de la Voluntaria Entrega impulsada por el rey Alfonso XI, población con la que mantendrá históricas tensiones. Ordoñana también será cabeza de la Hermandad de San Millán o Eguílaz, origen del actual municipio de San Millán/Donemiliaga, cuya sede se encuentra en la localidad que nos ocupa. De esta histórica importancia se deriva la existencia del linaje de la Casa de Herdoñana, una familia emparentada con los Guevara y los Ocáriz, y que prosperó de manera muy notable, lo cual ha dejado una profunda huella en su patrimonio.

Vídeo

Imágenes 360º

La capilla de los Ordoñana

En el año 1615, Don Pedro Ruiz de Ordoñana fundó una gran capilla dedicada a San Antonio que se abre sobre el muro norte de la iglesia. Bajo el arco de acceso, posiblemente reubicada, vemos la escultura orante del fundador, quien se muestra arrodillado sobre grandes almohadones decorados al gusto renacentista. Está vestido con un jubón ceñido por un cinto, capa corta y gola, lo cual evidencia el alto estatus social del personaje. En el frontón que da acceso a la capilla se enmarca el gran escudo de los “Hordonana”, mostrando el poder de esta familia y su implicación con la iglesia, a la cual aportaron importantes sumas económicas. Como recuerda una inscripción en la capilla, don Pedro nació en Ordoñana, pero después fue “residente en México”, donde hizo gran fortuna. Se completa la estancia con el retablo romanista dedicado a San Antonio, una bella obra que financió Juan Ruiz de Ordoñana y que se sitúa en la órbita del escultor salvaterrano Lope de Larrea.

Fotografías antiguas

En el caso de Ordoñana no contamos con fotografías antiguas que nos aporten información relevante. Las conservadas nos muestran una iglesia que no ha sufrido transformaciones recientes de gran calado. En una de las vistas generales se observa un cuerpo situado en el muro sur, sobre la portada, que servía para tapar las pesas del reloj y que en la actualidad ha desaparecido. Salvo estos detalles, las fotografías evidencian que en las últimas décadas la iglesia no ha variado sustancialmente su aspecto.

 

La iglesia de la Asunción de Nuestra Señora

Un detenido examen de los muros de la iglesia de Ordoñana nos aporta importantes pistas sobre su origen. El edificio que observamos es una buena obra de la segunda mitad del siglo XVI, con la cabecera recta que aloja el retablo y los grandes contrafuertes que, desde el exterior, anuncian unas imponentes bóvedas. Sin embargo, la pérdida de los revocos exteriores nos permite ver numerosos restos de la antigua fábrica románica: algunos dispuestos de manera aleatoria, como relleno, otros de manera algo más armónica, como los baquetones que simulan una almena.

La existencia del edificio románico se confirma al llegar al pórtico, donde aparece una notable portada medieval que podría fecharse a finales del XII o principios del XIII. Se compone de cinco arquivoltas en cuyas dovelas vemos aparecer rostros enigmáticos de difícil interpretación, algunos de ellos desdibujados bajo numerosas capas de pintura. Tres de sus arquivoltas están decoradas con el característico ajedrezado que tanta fama alcanzó en estas centurias.

El interior del templo

Una vez dentro del edificio, sorprenden las grandes bóvedas nervadas con terceletes que dibujan dos enormes cruces. Los nervios se apoyan sobre ménsulas molduradas, algunas de las cuales contienen bolas, rasgo habitual de estas obras del siglo XVI. Al menos una parte de las bóvedas corrió a cargo del cantero Ramiro de Ocáriz, quien también trabajó en las iglesias de Ocáriz y Luzuriaga.

El coro

A finales del siglo XVI se llevó a cabo la construcción del coro, elemento litúrgico habitual en las iglesias construidas en esta época. Puede que guarde importante relación con la construcción de la capilla de los Ordoñana, principales benefactores, aunque los datos conservados no permiten confirmarlo. El rico antepecho, las pilastras acanaladas y, sobre todo, la bóveda que cubre el bajocoro, muestran el interés que tuvieron sus patronos en lograr una obra de gran calidad. La bóveda se cierra con una magnífica clave en la que aparece representada la Virgen con el Niño rodeada de rayos.

El coro en 360º

El retablo

Bajo una sencilla bóveda de lunetos, en un hueco específicamente diseñado, se levanta el imponente retablo dedicado a la Asunción de la Virgen. Se trata de una obra de la primera mitad del siglo XVII que, por lo que se deduce de los libros de fábrica, sustituye a un retablo anterior que pudo haber realizado Juan Ruiz de Luzuriaga y Pedro de Ercilla, hijo del famoso escultor Lope de Larrea. Las obras del actual mueble se inician en 1639, lideradas por el arquitecto Miguel de Zozaya y los escultores Diego de Mayora y Juan Pérez de Mezquia.

En el banco se representan los Evangelistas, acompañados de los Padres de la Iglesia, todos ellos con sus atributos característicos. En el centro, se levanta un sagrario de doble cuerpo con la imagen de Cristo Resucitado en la parte frontal, flanqueado por Moisés y Elías.

En el primero de los cuerpos del retablo, dos grandes casilleros cobijan las figuras de San Pedro, con las llaves que lo identifican, y San Pablo, sosteniendo una larga espada.

Sobre este cuerpo se apoya otro banco en el que aparecen unos interesantes relieves de la Fortaleza (cargando una columna) y la Templanza (vertiendo agua al vino), que se complementan con el banco inmediatamente superior, donde vemos las efigies de la Prudencia y la Justicia (con una balanza).

El cuerpo principal acoge la hornacina con la imagen de la Asunción, talla de gran calidad escultórica, acompañada de San Juan Bautista y San José con el Niño.

Se cierra el retablo con un ático en el que sobresale la escena del Calvario, coronada por un frontón del que emerge la figura del Padre Eterno sosteniendo el orbe. A ambos lados de la Crucifixión, nos encontramos con los principales representantes de las órdenes mendicantes que, en la provincia, conservaban todavía un importante poder: Santo Domingo y San Francisco.

Por último, antes de salir del templo, merece la pena que nos fijemos en la pila benditera. Cuando se desmontó el aguamanil renacentista de la sacristía, tuvieron la feliz idea de reubicar algunos de sus restos alrededor de la pila. Vemos a un orante, acompañado de un ángel que sostiene una columna, junto a una figura femenina enmarcada en una venera que podría identificarse con la Fe. Aunque la obra ha perdido su sentido original, su reubicación en el año 1700 nos permite contemplar todavía estas bellas esculturas de piedra.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Archivo del Territorio Histórico de Álava

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