Ermita de San Juan de Arrarain (Elburgo)

Introducción

A las afueras de la localidad de Elburgo, entre campos de cultivo, encontramos la ermita de San Juan. Este edificio es el único resto en pie que testifica la existencia de una antigua aldea, denominada Arrarain, que prosperó en la zona hasta el siglo XIV, momento en el que fue abandonada. Este despoblado estaba situado en las cercanías del popularmente llamado “Camino de los Romanos”, lo cual ya nos indica la presencia en las inmediaciones de la antigua calzada romana que unía Burdeos con Astorga y que transcurría por territorio alavés. Tras siglos de funcionamiento como ermita, mantenida por los vecinos de Elburgo, éstos decidieron ubicar su cementerio junto a la pared norte del pequeño templo, por lo que en la actualidad funciona como la capilla del camposanto de la localidad.

Vídeo

Imágenes 360º

El despoblado de Arrarain

En la Llanada alavesa existen multitud de despoblados o mortuorios (como se denominaban en la Edad Media) de los que únicamente ha quedado el nombre y, con suerte, la antigua parroquia reconvertida en ermita. Las causas de la despoblación de estos lugares pueden ser variadas: enfermedades que acaban con todos los habitantes, una ubicación incómoda que propicia que los vecinos se trasladen a zonas más confortables, el abandono de caminos que antes atraían el comercio o, como el caso de Arrarain, la creación de una villa cercana que, debido a sus ventajas fiscales y legales, propiciaba el abandono de la aldea y el traslado de los vecinos dentro de los límites de la recién establecida población. La fundación de Elburgo en 1337 por obra del rey castellano Alfonso XI supuso una presión tan fuerte para las aldeas limítrofes que muchas fueron abandonadas por sus habitantes, que se trasladaron a la villa en busca de una mejor vida.

Fotografías antiguas

Observando las fotografías tomadas a mediados del siglo XX en la ermita de San Juan de Arrarain, comprobamos que no han sido grandes los cambios realizados en el exterior, salvo algunos arreglos en grietas y otros estragos causados por el tiempo. Por el contrario, en el interior constatamos que en la actualidad han desaparecido las pinturas del ábside que, por su apariencia, podrían datarse en el siglo XIX. Como podemos comprobar, la bóveda de horno de la cabecera fue pintada simulando una media cúpula, mientras que las paredes se cubrían con trazos que recordaban la textura del mármol. Un cortinaje recogido en el frontal del altar completaba la decoración. También resulta curioso comprobar cómo la ventana románica fue convertida en una suerte de retablo neoclásico que acogía la figura de la virgen medieval. Para ello se cubrieron los capiteles de la ventana absidial mediante unas estructuras de yeso que simulaban pilastras neoclásicas.

La ermita

Exterior

De la primitiva iglesia románica del siglo XII sólo ha pervivido el ábside, mientras que la nave ha sido sustituida por un cuerpo posterior cubierto por una viguería de madera. En la cabecera encontramos una sencilla ventana absidial de medio punto sostenida por un par de columnas con decoración de sogueado en las basas.

En los capiteles, algo deteriorados, se desarrollan complejas escenas de difícil interpretación. En el capitel izquierdo, dos personajes luchan entre sí mientras que a su lado se insinúa la presencia de un tercero casi borrado por los estragos del tiempo. En este mismo espacio también se puede distinguir un animal de cuatro patas, quizá la cabalgadura de uno de ellos, que es testigo de la pelea. En ocasiones, este capitel ha sido identificado con el episodio bíblico en el que Jacob lucha contra un ángel, aunque el estado de deterioro impide afirmar que uno de los dos púgiles tenga alas.

En el capitel de la derecha vemos una cruz cuyos brazos terminan en flores de lis sostenida por una peana sobre un fondo ondulado. Podría remitir a una cruz de término, elementos que marcan un camino, la entrada a una población o una encrucijada. A un lado contemplamos dos pájaros en reposo, con las alas replegadas, y al otro, tres personajes con vestiduras largas anudadas a la cintura.

Los canecillos

En la cornisa del ábside semicircular sobreviven algunos canecillos decorados que ofrecen un interesante repertorio. Comenzando por el lado sur y siguiendo la línea hacia el norte podremos contemplar un elemento cilíndrico, un posible perro o lobo abriendo las fauces y mostrando las patas delanteras, un músico con barba que tañe una viola de arco y a su lado otro canecillo que representa un tocador de zanfoña, ambos instrumentos musicales muy habituales en la Edad Media.

Sobre la ventana absidial los canecillos no muestran decoración, mientras que hacia el lado norte encontramos uno de ellos con una cruz, otro con un motivo de ajedrezado y uno más mostrando una superficie estriada. Finalizando la línea de canecillos percibimos un guerrero medieval con espada en alto y escudo largo con forma de lágrima, elemento defensivo que se popularizó entre los soldados contemporáneos a la construcción del templo.
El interior

En el interior encontramos más escenas y motivos enigmáticos en los capiteles del arco triunfal. En el de la izquierda un ángel con falda plegada protege a dos individuos que se cobijan bajo sus alas extendidas. Esta figura queda flanqueada por otras dos que, con gran esfuerzo, tiran de las alas del ángel para desplegarlas. La cornisa superior muestra una decoración geométrica a base de aspas que se repite, duplicada en dos filas, en la cornisa de enfrente. El capitel de la derecha queda recorrido por unos elementos triangulares con cierta carnosidad que se marcan con unas incisiones. Han sido identificados con conchas, en una posible alusión al camino de Santiago, aunque podría tratarse también de una decoración vegetal esquemática.

La ventana absidial

Las intervenciones recientes dejaron de nuevo a la luz los capiteles de la ventana absidial, que habían estado ocultos tras unas pilastras de yeso. En el de la derecha vemos repetido el tema del ángel protector que acoge bajo sus alas dos cabezas humanas. En el de la izquierda se puede percibir una persona que lee un libro, abierto entre sus manos, mientras una serpiente se desliza delante de sus pies y eleva la testa hacia lo alto. Junto al lector hallamos un orante, con los brazos hacia el cielo, y vestiduras que lo identifican con un eclesiástico.

La curiosa cimentación del ábside

Como curiosidad, el ábside se asienta sobre restos de sarcófagos de piedra reaprovechados para la cimentación, visibles en la parte inferior que rodea la cabecera. Posiblemente se trate de sepulcros anteriores a la construcción del edificio, pertenecientes a algún cementerio abandonado.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Archivo del Territorio Histórico de Álava.

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