Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de Añua

Introducción

Ligeramente separada de las carreteras principales, la pequeña localidad de Añua conserva todavía los palacios blasonados y una magnífica iglesia que nos hablan de su rico pasado. Desde el siglo XIV, y debido a un privilegio que dictó el rey Alfonso XI de Castilla, forma parte del municipio de Elburgo. Si bien en la actualidad no participa del trazado oficial del Camino de Santiago, estas vías variaban con el tiempo y tradicionalmente se ha considerado esta iglesia como uno de los grandes hitos para el peregrino. En 1294 las crónicas nos hablan de una aportación del pueblo de 900 maravedíes para una campaña contra los árabes, cantidad nada desdeñable que nos informa de una situación económicamente próspera. En ese mismo siglo es cuando se comenzó a construir el magnífico ábside ochavado de la iglesia, una de las joyas medievales de la Llanada alavesa.

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Las pinturas medievales

En la restauración de los años noventa se descubrieron una serie de pinturas medievales que cubren las bóvedas y parte de los muros de la cabecera. En los plementos de las bóvedas se aprecian, además de unos despieces de sillares en color rojo, algunas franjas decorativas con estrellas y flores inscritas en círculos. Los muros se cubren con un despiece más amplio, posiblemente anterior, en rojo y en negro. Una cenefa de motivos geométricos y vegetales recorre los muros a modo de imposta y, debajo, se conserva una escena incompleta compuesta por algunas figuras de soldados defendiendo un castillo, tema igualmente tratado en la iglesia de Alaiza. Las ventanas también acogen una interesante policromía con tonos amarillos, rojos y negros, que cubren la labor de escultura y además dan un efecto marmóreo a las columnas.

La gran restauración

En la década de los noventa se llevaron a cabo numerosas e importantes restauraciones en el edificio que lo transformaron de manera sensible. Por un lado, se eliminaron los edificios que tenía adosados y, de ese modo, salieron a la vista elementos escultóricos que habían quedado ocultos. También aparecieron pinturas murales sorprendentes, como la ciudad amurallada que pudo salvarse, arrancándola del muro, y que hoy día se contempla dentro de la nave. Por otra parte, se procedió a una restauración integral del interior, sacando a la luz las pinturas originales. Para ello, se retiró el retablo barroco, colocándolo en una capilla lateral, y se pudieron también rescatar los ventanales medievales que habían sido tapados. Las fotografías antiguas permiten ver perfectamente estos importantes cambios, pues todavía podemos apreciar el edificio de las escuelas que conectaba con el pórtico.

 

La Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora

El ábside

El ábside de la iglesia de Añua es uno de los ejemplares de arte medieval más ricos que tenemos en toda la Llanada Alavesa. Se trata de una obra de principios del siglo XIII, construida en un momento de particular interés en el que los maestros que trabajaron en la zona comenzaron a experimentar con las formas góticas que venían tanto de Francia como de otros puntos de los reinos peninsulares. Así, con un pie en la tradición románica y con otro en las nuevas corrientes constructivas, levantaron una obra sorprendentemente ambiciosa para el humilde contexto rural en el que se enclava. En sus cinco paños destacan una serie de arquerías ciegas con columnillas que subrayan la verticalidad del edificio. Además, algunos de los muros tienen unos bellos óculos en forma de flor que le dan mucha personalidad al templo.

Los canecillos

La cornisa superior presenta una de las colecciones más interesantes de canecillos de la provincia. Recorriendo el ábside desde su lado sur hacia el norte, podemos ver cabezas y rostros grotescos de animales y personas, monstruos, elementos vegetales… pero sobre todo destacan personajes como un juglar con sombrero picudo, un cantero con su herramienta y una simpática pareja de exhibicionistas.

Es muy interesante también la decoración que se puede encontrar en los capiteles de las ventanas del ábside. Ahí podemos encontrar varios elementos que veremos en otras iglesias de la Llanada, como por ejemplo el águila que lleva entre sus garras un conejo o la flor de seis pétalos inscrita en un círculo. En otro capitel aparecen tres mujeres con tarros en sus manos que podrían identificarse como una representación de las Tres Marías. Frente a ellas, nos encontramos la habitual imagen de la dama con tocado, aunque en este caso el caballero (que con frecuencia le acompaña en otras iglesias), tiene un tamaño más reducido y se ubica entre sirenas con forma de ave.
Tenemos también otros elementos menos habituales en la escultura alavesa, como una interesante talla en el capitel de la ventana absidial con dos ángeles que transportan sobre una especie de sábana el alma de un difunto o difunta, que es conducida a los cielos tras su muerte. Esta escena podría estar conectada con el rostro femenino de pelo suelto que se representa en el centro de la arquivolta.

El interior del templo

El ingreso al edificio se hace a través de una puerta gótica realizada por un taller distinto al de la cabecera. Dentro del templo, observamos perfectamente la ampliación que se emprendió en el siglo XVI. Conservando la cabecera y presbiterio medieval, se elevó el cuerpo principal de la nave con dos tramos cubiertos con unas buenas bóvedas de terceletes. Los plementos están decorados con pinturas de grisalla también renacentistas en las que aparecen santas, apóstoles, evangelistas y personajes del Antiguo Testamento.

La capilla Otazu-Guevara

Los posibles promotores de esta ampliación, la familia Otazu-Guevara, se construyeron una capilla funeraria en el muro norte de la iglesia. El arco de acceso tiene todavía elementos góticos, mientras que las pinturas que cubren las bóvedas son de estilo renacentista. Hasta el momento de las recientes reformas se encontraba en esta capilla el tríptico de San Sebastián, una joya de mediados del siglo XVI que tiene pocos paralelos en la provincia. En el centro vemos la escultura del santo, mientras que las cuatro pinturas de las puertas describen los momentos más importantes de su hagiografía.

La sacristía

Un siglo más tarde, en el XVII, se añadió la sacristía que hoy tapa el ábside por su zona norte. Reconvertida en baptisterio, aún conserva la magnífica bóveda realizada por Pedro de la Cuesta que conecta a la perfección con la capilla tardogótica de los Otazu-Guevara.

El retablo

El retablo mayor, que hoy se encuentra en la citada capilla, hasta hace unas pocas décadas estaba en la cabecera del templo. Se trata de una obra sencilla del siglo XVII, compuesta por tres cuerpos y tres calles, que se terminó de dorar casi a finales del siglo XVIII. En el primer cuerpo, flanqueando el sagrario, aparecen los santos juanes; en el segundo se presenta la talla de la Virgen, titular del templo, acompañada de San Joaquín y San José; por último, en el cuerpo superior encontramos las efigies de Santo Domingo y San Francisco, quedando en la parte central la escena del Calvario.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Archivo del Territorio Histórico de Álava.

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