Iglesia de San Martín de Tours (Gazeo / Gaceo)

Introducción

A la vera del Camino de Santiago alavés a su paso por Gazeo se encuentra la iglesia de San Martín de Tours, cuya advocación de resonancias jacobeas nos remite a los miles de peregrinos que han contemplado sus muros a través de los siglos. Su ábside semicircular delata su origen románico, a pesar de que las transformaciones sufridas a lo largo del tiempo han desvirtuado su apariencia primitiva. Su sobrio exterior, sin embargo, oculta uno de los conjuntos pictóricos góticos más fascinantes que se han descubierto en el País Vasco hasta la fecha. Realizadas en estilo gótico lineal, estas policromías inundan la cuenca absidial y se expanden por las paredes laterales y bóvedas del presbiterio, mostrando un programa iconográfico de gran riqueza y calidad.

Vídeo

imágenes 360º

El hallazgo de las pinturas

El 7 de septiembre de 1967 el párroco de la iglesia de Gazeo, Juan José Lecuona, acompañado por Rafael de Eulate y Alós, decidió inspeccionar varios templos de la Llanada en busca de piezas de valor artístico. Con ayuda de una escalera, ambos se subieron al retablo barroco que antiguamente ocupaba el ábside de la iglesia románica de Gazeo y tras él pudieron vislumbrar las fabulosas pinturas góticas que hoy en día quedan a la luz. Al día siguiente el hallazgo se puso en comunicación de la diócesis, de la diputación foral de Álava y del restaurador del Museo del Prado, quien acudió hasta Gazeo para conocer de primera mano el descubrimiento. Posteriormente, José Gudiol, Director del Instituto Amatller de Arte Hispánico de Barcelona realizó un informe en el que recomendaba retirar el retablo para dejar al descubierto las pinturas del ábside y comenzar inmediatamente las labores de restauración.

Fotografías antiguas

Las fotografías del siglo XX recuperadas del archivo nos muestran una iglesia de Gazeo muy diferente, con añadidos de otras épocas que nos hablan de su evolución a lo largo de los siglos. Las agresivas restauraciones a las que fue sometida hace unas décadas modificaron por completo la estructura del templo e incluso, durante las mismas, se rehicieron elementos románicos que a duras penas habían llegado hasta nuestros días, como la portada y la ventana sur del ábside.

Contenido de las pinturas

Las pinturas de Gazeo representan toda una geografía del Más Allá cristiano medieval, tal y como se concebía en el siglo XIV. En la cuenca absidial se muestra en gran tamaño el Trono de Gracia, conformado por las figuras trinitarias del Padre, el Hijo crucificado y el Espíritu Santo en forma de paloma. Alrededor, toda una serie de coros angelicales, vírgenes y santos les contemplan de rodillas en perpetua adoración. La Visión Beatífica, la contemplación del rostro de Dios Padre, era el final del camino dentro del Más Allá cristiano, la recuperación del Paraíso perdido.

La franja inferior del ábside se divide en varias escenas, entre las que podemos distinguir, a la izquierda, un calvario con un Cristo crucificado rodeado por las figuras de María y San Juan Evangelista. También encontramos a Longinos, alanceando el costado del crucificado, mientras Estefatón le acerca a los labios la esponja impregnada en vinagre. Toda esta escena hace referencia a la posibilidad de redención de la humanidad gracias al sacrificio de Cristo en la Cruz, cuya muerte permite a los seres humanos la vida eterna y el acceso al Paraíso arriba representado.
A la derecha encontramos el periplo que las almas de los difuntos deben seguir hasta lograr la Visión Beatífica que se muestra en la cuenca absidial. Primero deben atravesar el pesaje de las almas del Arcángel San Miguel, que se muestra luchando contra el demonio por la salvación de las ánimas. Aquéllas que han superado este juicio son recogidas por un ángel que las corona y que las conduce hacia el seno de Abraham, que en este caso se asimila con la figura de Cristo. Al lado de San Miguel, Santa Marina contribuye a esa lucha del bien contra el mal, puesto que se presenta victoriosa sobre un demonio encadenado ubicado bajo sus pies.
Es precisamente esta figura santa la que nos enlaza con el inframundo, el Infierno que se contrapone al Paraíso representado en el ábside. Lo encontramos figurado en la pared derecha del presbiterio, con las fauces del Leviatán abiertas para recibir a los condenados, mientras que encima, la burbujeante caldera de Pedro Botero hierve las almas de los pecadores que unos demonios arrojan a su interior.

Las bóvedas del presbiterio también acogen pinturas, de tamaño más reducido, donde se representan escenas de la vida de Cristo, entre las que se pueden distinguir el ciclo de su infancia, su vida adulta en la que predica y realiza algunos milagros, y finalmente la pasión y posterior resurrección, destacando sobre todo la Última Cena, plagada de interesantes detalles.

El resto de la nave de la iglesia se presenta hoy en día desnuda, a pesar de que, por algunos pequeños fragmentos aparecidos durante las restauraciones, debía estar igualmente policromada. En su lugar, podemos ver los restos escultóricos del antiguo retablo barroco que ocultaba las pinturas absidiales hasta los años sesenta, momento en el que fue retirado y desmembrado.

Entrada a los infiernos de los condenados.

Cuatro discípulos, Anunciación, Visitación y Natividad.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Vista del interior (ATHA-DAF-GUE-1310) | Retablo desmontado (ATHA-DAF-DAI-CD-01-03483) | Exterior del ábside (ATHA-DAF-GUE-1311) | Vista de los pies (fotografía extraída de la tesina de Juan José Lecuona)

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