Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora (Arkaia)

Introducción

Situada en los límites del barrio nuevo de Salburua de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, aunque todavía como localidad independiente, Arkaia sirve de enlace entre la capital y el mundo rural que la circunda. A pesar de su reducido tamaño, es un enclave plagado de restos históricos que dan cuenta de su antigüedad. Cabe destacar su yacimiento excavado que, aunque modesto, delata la existencia de unas termas que funcionaron durante la etapa romana alavesa. En su iglesia todavía perviven algunos restos románicos, en su mayoría ocultos, que nos hablan de la continuidad que hubo en el poblamiento de esta zona. Sin embargo, ese pasado medieval queda enmascarado por las reformas que se realizaron en el siglo XVIII según la moda neoclásica y en las que participó uno de los mejores arquitectos de la época: Justo Antonio de Olaguibel.

Vídeo

Imágenes 360º

Las termas de Arkaia

Las termas de Arkaia surgieron a la vera de la calzada romana que conectaba Burdeos con Astorga atravesando la Llanada alavesa y que recibía el nombre de Iter XXXIV. Para atender las necesidades de los viajeros y comerciantes que, en época romana, transitaban este iter, se construyeron estas termas hacia finales del siglo I, siendo abandonadas aproximadamente unos cincuenta años más tarde, por motivos hoy en día desconocidos. Todavía se pueden adivinar los diversos espacios que componían el complejo, compuesto por un vestuario o apodyterium, una sala de baño frío (frigidarium), una sala templada (tepidarium), una caliente (caldarium) y un patio o palestra para hacer ejercicios. En el suelo del tepidarium se distinguen las pequeñas columnas que sostenían el suelo. Éstas eran parte del sistema de calefacción (hipocaustum), que caldeaba la habitación mediante tarimas y paredes huecas por las que circulaba el aire caliente.

Fotografías antiguas

Las fotografías antiguas conservadas de la iglesia parroquial no revelan muchos cambios en la estructura del edificio. Las últimas grandes reformas a las que fue sometido el templo, en el siglo XVIII, otorgaron la forma con la que lo conocemos desde entonces. En él se pueden distinguir tres fases importantes. De la primera etapa románica todavía quedan muestras exteriores en el muro norte y oeste, donde se distinguen restos de canecillos y piezas labradas reaprovechadas en ampliaciones posteriores. La nave románica, hoy en día muy transformada y utilizada como lugar de reunión de los vecinos del concejo, fue posteriormente enmascarada durante la Edad Moderna, momento en el que se adosó la actual parroquia creándola casi de nueva planta. Finalmente, en el siglo XVIII se rehízo el pórtico y se aplicó un maestreo, es decir, se enmascararon mediante cornisas y entablamentos los elementos de otras épocas para unificar la iglesia bajo criterios neoclásicos.

La iglesia de la Natividad

Exterior

A escasos metros de las termas romanas, vestigio más antiguo de la población de Arkaia, encontramos la iglesia parroquial de la Natividad. Los abundantes (aunque a veces ocultos) restos románicos que salpican todo el edificio permiten hacernos una idea de su aspecto en la Edad Media. La forma de la primitiva nave de la iglesia se deduce en su costado norte, donde se ha conservado una línea de canecillos mostrando sus dimensiones originales.

La portada oculta

La portada correspondiente a este primitivo templo todavía permanece entre los muros del edificio. Cuando se hizo la reforma renacentista debió trasladarse para adaptarse a los nuevos volúmenes del templo y, aunque no se perciba desde el exterior, sigue ubicada en el mismo punto del pórtico donde contemplamos la actual entrada. Desde las escaleras de acceso a la torre se puede ver cómo en el falso techo que genera el pórtico, construido en el siglo XVIII, perviven las arquivoltas de la portada románica, que tiene decoración de hojas de acanto. En el mismo acceso a la torre también pueden verse otras piezas en los muros, así como uno de los capiteles románicos con decoración vegetal que tuvo la iglesia original.

El interior del templo

Sin embargo, una de las joyas que tuvo el templo románico está en un lugar bien visible del interior: la pila bautismal. Esta pila de grandes dimensiones muestra en la copa una decoración geométrica de gran influencia romana, en la que se puede ver una greca de círculos entrelazados entre sí en cuyo interior sobresalen las estrellas de ocho puntas y los motivos circulares. Flanqueando este motivo central otros elementos geométricos se desarrollan en las bandas superior e inferior. En la parte trasera de la pila la decoración se detiene, lo cual hace sospechar que fue concebida para estar pegada a la pared.

En el siglo XVI, en un estilo gótico propio de la zona, se replanteó el edificio por completo, construyéndolo adosado al muro sur de la iglesia románica. En este momento se creó un ábside poligonal y una nave con crucero que se cubrió en dos fases diferentes. La parte de la cabecera tiene unas complicadas bóvedas renacentistas cuyos nervios forman motivos geométricos de flores y estrellas, mientras que hacia los pies de la iglesia se elevaron bóvedas de arista, más propias del estilo barroco.

Justo Antonio de Olaguibel, uno de los mejores arquitectos neoclásicos españoles y oriundo de Vitoria-Gasteiz, fue el encargado de proyectar el maestreo del templo. El severo entablamento que, a modo de cornisa, recorre todo el edificio se debe a sus diseños, así como también las columnas y pilastras clásicas encargadas de sostenerlo. De este modo, se ocultan los capiteles góticos de los que arrancan los nervios de las bóvedas, dando una apariencia más sobria al edificio y más acorde con el gusto del neoclasicismo del momento.

El retablo

De este mismo siglo son también los retablos, en los que todavía perviven motivos barrocos, aunque impregnados de los nuevos aires neoclásicos. En el bancal del retablo mayor se realizaron dos pinturas que muestran, la de la izquierda, a los santos Pedro, Miguel y Juan Bautista; y la de la derecha, a santa Catalina, san Pelayo y san Vítor. En ambos lienzos encontramos una inscripción muy similar que nos recuerda que antiguamente existieron en los alrededores de Arkaia seis ermitas, hoy en día desaparecidas, dedicadas a los santos representados.

Sobre el sagrario encontramos un relieve de la Natividad de la Virgen, donde vemos a santa Ana dando a luz a María atendida por varias parteras y custodiada por angelotes, mientras san Joaquín presencia el momento en un segundo plano. La escena queda enmarcada por un cortinón barroco que da dinamismo a la abigarrada composición. Las figuras de bulto que se encuentran en las naves laterales son una talla de la Virgen anterior al retablo y un san Eugenio vestido de obispo con una cruz de brazos dobles. En lo alto, corona el retablo un calvario pintado sobre lienzo.

Las figuras de los retablos laterales fueron ejecutadas por miembros de las dos dinastías de escultores más sobresalientes del neoclásico alavés: los Valdivielso. Representan a san José con el niño y a la Virgen del Rosario acompañados de otras figuras de menor tamaño.

LOCALIZACIÓN

Créditos fotográficos:

De las fotografías actuales: © Ondare Irekia | Patrimonio Abierto

De las fotografías antiguas: Cristóbal de Castro, Catálogo Monumental de España. Provincia de Álava, Madrid, 1915.

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